[Conferència pronunciada a Argelers, el 21 de febrer de 2015]
En primer lugar quiero llamar la tención sobre el hecho que esta conferencia sea pronunciada en castellano. Aunque la mayoría de ustedes comprenderían mejor el francés, mi nivel deja mucho que desear para tener la osadía de leer un parlamento en este idioma. Soy hijo del sistema educativo español que pasó del francés al inglés en los años setenta.
También tengo la obligación de advertirles de que, aunque hayamos optado por el castellano como lengua común de esta conferencia, mi lengua propia –hoy que, precisamente, es el Día Mundial de la Lengua Materna, según la UNESCO– es el catalán, de modo que el acento de mi castellano así como la contaminación léxica muy probablemente provengan de él.
Dicho esto, quiero agradecer la invitación que me hizo FFREEE (Fils et Filles de Républicains Espagnols et Enfants de l’Exode) para hablar hoy en Argelers como parte de los actos del programa Chemins de la Retirada 2015. Agradecer también la asistencia del público hoy aquí presente. Estoy contento de estar hoy aquí con vosotros.
Se me ha invitado a ofrecer una panorámica del exilio de 1939, el de mayores proporciones en la historia de Catalunya y de España, hoy que este fenómeno, tras el fracaso de las primaveras árabes y el renacimiento del integrismo, se ha hecho tan presente en nuestras vidas a través de los medios de comunicación, pero que los europeos ya lo vivimos de cerca durante la última guerra de los Balcanes y los que estamos aquí presentes lo podemos relacionar con el exilio republicano de 1939, es decir, con la Retirada. Se trataría, en definitiva, de hacer posible que desde el conocimiento de nuestro propio pasado podamos proyectar una mirada informada hacia el presente.
Sin embargo, se me ha encargado expresamente de hablar del exilio no desde la óptica francesa, que ya conocéis bien, sino desde el punto de vista de la diáspora, es decir, el exilio más allá del primer período de concentración y más allá de Francia.
En este sentido, quisiera comenzar con una frase de Josep Vicente, ex alcalde socialista de un municipio de la Costa Brava, escritor e intelectual. Reflexionando sobre el exilio, definió la diáspora como "una ola única, un golpe de mar, que se va y en parte retorna y en parte se queda en las tierras de acogida"[1].
Esta oleada, sin embargo, no se puede entender si no es por la existencia de una fuerza que la mueve. Lo que en 1939 generó la ola del exilio republicano, primero hacia Francia y luego a otros países, fue el miedo a la represión franquista –el exilio es la otra cara de este régimen, existe a causa de él, uno y otro son cara y cruz de la misma moneda.
A su vez, la represión tampoco se puede entender si antes no comprendemos que el franquismo se construyó en base a tres años de Guerra Civil –la emigración, de hecho, es el resultado de la derrota en ese conflicto. Una guerra que nació del enfrentamiento entre militares golpistas, apoyados por una parte de la sociedad, contra el gobierno democrático de la Segunda República española, instaurada en 1931 –los exiliados eran los que habían levantado aquel régimen democrático y esperanzador.
Proclamación de la Segunda República |
Siguiendo con la imagen, esa ola, aquel golpe de mar, empezó después de la batalla del Ebro, que, en diciembre de 1938, perdió la República. Esto desencadenó la derrota final, la retirada y el exilio. Significó el retroceso del ejército republicano por territorio catalán. Los meses de enero y febrero, los nacionales fueron empujando los republicanos hacia la frontera con Francia. Junto al ejército republicano se retiraba una gran cantidad de población civil diversa, así como la gran mayoría de cuadros políticos republicanos, intelectuales, profesionales y el tesoro dinerario y artístico. El escenario de aquella gran retirada fue el Pirineo de Girona.
La frontera francesa se fue abriendo progresivamente, entre el 27 y el 10 de febrero, para absorber aquel gran éxodo, cuantificado en 464.000 personas. Andorra, en cambio, había cerrado la suya.
El día 9 había entrado en vigor la Ley de Responsabilidades Políticas, que señalaba como culpables los republicanos, factor sin el cual no se puede entender que buena parte de los exiliados no volvieran a entrar en España hasta muchos años después.
Por lo que hoy sabemos, el perfil político y social de los exiliados –quizá más en el caso catalán– se inclinaba ligeramente hacia el sexo masculino –un 60% de la emigración–, con una media de edad de unos treinta años, empleado en los sectores industrial y agrícola –a pesar de que los intelectuales también estaban presentes– y cercano a las opciones políticas libertarias, aunque también había, lógicamente, republicanos, comunistas y socialistas. Por lo tanto, se trataba de personas que se habían distinguido por su participación en la Segunda República o por su colaboración en la revolución[2].
EL EXILIO EN TIERRAS DE FRANCIA Y LA PRIMERA DIÁSPORA (FEBRERO - SEPTIEMBRE DE 1939)
A partir de aquí, el exilio es un fenómeno que transcurre sobre todo en tierras de Francia, aunque algunas minorías pudieron viajar a otros países ya durante la Guerra Civil española –los niños refugiados en México o en la URSS, por ejemplo. Precisamente los niños protagonizan hoy el relato del exilio. Se impone una perspectiva generacional, sobre todo porque se trata de los testigos que actualmente todavía están vivos. Esto nos ofrece un punto de vista menos politizado, más social y, a la vez, artificialmente alejado del sufrimiento –que siempre viven mucho más de cerca los adultos[3].
Llegada del Stanbrook a Orán |
Así pues, de febrero a septiembre de 1939 –inicio de la Segunda Guerra Mundial– se abrió una etapa en la vida de los refugiados marcada por el internamiento. No me quiero extender en los factores que marcaron esta etapa: la separación de las familias en la frontera, los primeros campos de las playas –en Catalunya los llamamos de concentración, aunque durante muchos años en Francia fueron llamados de internamiento. Tampoco quiero hablar ahora de los centros de castigo ni de las residencias especiales y maternidades, que también las había, ni los posteriores campos mejor organizados, ni de los masivos retornos a España –sobre todo de soldados de quinta– los meses anteriores a la Segunda Guerra Mundial. En paralelo a todo esto, en España se había acabado la Guerra Civil y comenzaba una larga dictadura de 36 años; un Nuevo Estado con un permanente carácter de excepción, basado en la represión de la disidencia.
Las duras condiciones de vida en los campos de Francia hicieron que entre los refugiados se extendiera el deseo de reemigrar. Esto se impuso como opción para todos aquellos que sabían que regresar a España podía ser un peligro. De hecho, empezaban a circular noticias de que se preparaban embarques hacia países de América Latina, sufragados por entidades de ayuda como el SERE –controlado por Negrín, los socialistas negrinistas y los comunistas–, la JARE –por Prieto y los socialistas prietistas–[8] o la propia Generalitat de Catalunya[9].
En efecto, Francia había hecho una llamada internacional, en marzo de 1939, a fin de que otros países acogieran a los refugiados españoles, pero la respuesta fue muy tímida. Argentina, Uruguay, Brasil o Venezuela no se mostraron muy favorables, porque veían a los republicanos como extremistas políticos. Tampoco Canadá o EE.UU. –estos últimos no querían saltarse la cuota anual de 260 inmigrantes españoles. Sólo México, Chile, República Dominicana, Colombia y Cuba –en distintos grados– dieron una respuesta positiva desde el inicio[10].
Para poder embarcar hacia América los refugiados españoles debían llenar una solicitud y hacerla llegar a una comisión seleccionadora. Los refugiados con más oportunidades para ser aceptados eran los que habían sido propuestos por un partido o un sindicato. El SERE priorizó el traslado de refugiados propuestos por los comunistas. Sin embargo, entre el colectivo exiliado predominaba más bien el elemento anarcosindicalista[11].
Pilotos de la escuela de Kirovabad |
En cuanto a Inglaterra, el país no quiso acoger grandes contingentes de refugiados, sino más bien a personalidades profesionales del exilio –Salvador de Madariaga o Josep Trueta, por ejemplo– y algún dirigente político –Juan Negrín, presidente del gobierno y administrador de los fondos del SERE, Segismundo Casado, Santiago Casares Quiroga, el vasco Manuel Irujo o el catalán Carles Pi i Sunyer. Un exilio no muy numeroso, pero sí muy ilustrado, en palabras de Daniel Arasa[17].
A la vez, parece ser que Bélgica fue receptora de casi 500 niños, los meses de enero y febrero de 1939, y también de una veintena de catalanes[18].
Sin embargo, aparte de estos dos países europeos, la redistribución de los exiliados tuvo como gran destino Hispanoamérica y, concretamente, el que sería el segundo gran país de la emigración republicana: México, gracias a la política generosa del gobierno de Lázaro Cárdenas, amigo del de la República española. En México ya había niños refugiados de la guerra –los conocidos niños de Morelia, por ejemplo–[19] y unos pocos intelectuales, pero entre abril y septiembre de 1939, varias expediciones marítimas trasladaron nuevos contingentes de refugiados hacia el país. Son destacables los viajes de los vapores Sinaia, Ipanema o Mexique. México había pedido que el 60% de los emigrantes fueran agricultores[20]. A pesar de esto, el perfil fue más bien de profesiones intelectuales –muchos maestros, por ejemplo, como señalan los estudios de Salomó Marquès[21], un ejemplo de colectivo bien integrado e influente a la vez, tanto en México como en otros países latinoamericanos, tal como señalan los más recientes estudios[22]. Sin embargo, muchos de estos terminaron realizando tareas agrícolas; eso sí, en un ambiente de libertad política como en ninguna otra parte. A finales de 1939, el total de refugiados en México era ya de 7.400[23] –6.236 llegados en el transcurso de 1939, según la estadística estatal[24]. Recientes estudios, como los de Abdón Mateos (2009) o Gérard Malgat (2013), amplían el conocimiento sobre la ayuda institucional mejicana dispensada a los republicanos.
Otro país favorable a acoger los exiliados de 1939 fue Chile. Se pidieron trabajadores de los sectores primario y secundario. Sin embargo, la opinión pública no era demasiado favorable a la operación, por lo que se establecieron criterios más restrictivos que en México. Llegaron 2.200 refugiados a bordo del Winnipeg y otros en expediciones mucho menores[25].
También Colombia y Cuba se mostraron abiertas a acoger refugiados, pero su débil estructura económica obligó a imponer restricciones y, al final, permitieron que se instalaran tan solo 200 exiliados republicanos en el caso colombiano[26] y una cifra ligeramente superior, hasta 1941, en el caso cubano[27]. Desde este último país –pese a no haber sido un país de acogida como México– varias entidades enviaron dinero, víveres y utensilios a los refugiados de los campos de Francia[28].
El Winnipeg |
También Colombia y Cuba se mostraron abiertas a acoger refugiados, pero su débil estructura económica obligó a imponer restricciones y, al final, permitieron que se instalaran tan solo 200 exiliados republicanos en el caso colombiano[26] y una cifra ligeramente superior, hasta 1941, en el caso cubano[27]. Desde este último país –pese a no haber sido un país de acogida como México– varias entidades enviaron dinero, víveres y utensilios a los refugiados de los campos de Francia[28].
El caso de República Dominicana es diferente. No existía ninguna simpatía del dictador Trujillo hacia la República; lo que se pretendía era aumentar el potencial demográfico del país. Se pidieron trabajadores agrícolas y, aunque se establecieron criterios restrictivos de manera similar a Chile, se llegó a una cifra superior de refugiados –muchos de los cuales no cumplían con el perfil laboral solicitado por el país. De noviembre de 1939 a mayo de 1940 hubo varias expediciones –las de los buques Saint Dominique, De la Salle o Cuba– que llevaron allí a unas 3.000 personas. El país no las pudo absorber, por lo que se convirtió en un lugar de paso hacia terceros países, sobre todo México[29].
Marcel Cros, ya en Venezuela |
Venezuela, en cambio, fue un país muy restrictivo en estos primeros meses del exilio. Abrió sus fronteras casi exclusivamente a unos 400 vascos y otros exiliados procedentes de República Dominicana[31].
Al fin, puede rastrearse la presencia de refugiados españoles, aunque en cantidades muy modestas, en casi todos los países hispanoamericanos[32]. La reemigración en América Latina, a pesar de las demandas de los gobiernos respectivos, tuvo un elevado componente intelectual. Esta verdadera "fuga de cerebros" enriqueció notablemente los países de acogida, pero supuso la dispersión de la magnífica Generación del 27 española.
INICIO DE LA SEGUNDA GUERRA
MUNDIAL (SEPTIEMBRE DE 1939 - JUNIO DE 1940)
Una Compañía de Trabajadores Extranjeros |
Con respecto al norte de África, a finales de 1939 había unos 20.000 refugiados –8.000 en tránsito hacia otros destinos, 10.000 en Argelia, el principal lugar de asentamiento, y los otros entre Túnez y Marruecos[34]. Los reclusos de los campos también formaron compañías de trabajadores, para construir carreteras, vías de tren o campos militares. También aparecieron los campos de castigo, como los de Djelfa o Meridja, donde las condiciones de vida eran terribles[35].
En resumen, a finales de 1939, 23.000 refugiados se encontraban fuera de Francia y del norte de África: 6.000 en la URSS, 3.000 en otros países de Europa, 8.000 en México y 6.000 en otros países americanos[36].
En resumen, a finales de 1939, 23.000 refugiados se encontraban fuera de Francia y del norte de África: 6.000 en la URSS, 3.000 en otros países de Europa, 8.000 en México y 6.000 en otros países americanos[36].
Durante la Segunda Guerra Mundial, llegar a América fue mucho más difícil que antes. México había suspendido los embarques desde septiembre de 1939 por motivos de carácter interno del país. Después firmó un nuevo y muy generoso acuerdo con las autoridades de
Vichy, en agosto de 1940, pero topó con muchas dificultades para ser puesto en
práctica: no había disponibilidad de barcos que quisieran hacer el trayecto en
un mar en guerra. Además, Alemania era contraria a que se fueran de Francia los
españoles en edad militar, por si nunca los podía necesitar. Por eso las
expediciones del período 1939-1942, de entre las cuales cabe destacar las del
vapor Nyassa en 1942, no llegarán a
los 4.000 refugiados, a los cuales cabe sumar 2.000 refugiados llegados a
México desde República Dominicana[37]. La numerosa colonia de más de 11.000 –o,
concretamente, 12.130[38]– refugiados españoles, la
libertad política y la lejanía de la guerra convirtieron este país en el
escenario ideal para la actuación de partidos e instituciones del exilio
republicano.
Los hermanos Pere y Ventura Pujol, junto a otros refugiados llegados a Huixtla (México) |
En canto a República Dominicana,
en febrero de 1940 aún llegaron 1.000 refugiados más, sumando, pues, un total
de 4.000[40]. Fue el país americano que, proporcionalmente,
recibió más[41].
La familia de Proudhon Carbó -sin él- y el matrimonio Adroher en San Juan de Maguana (República Dominicana) [ACBE] |
En cambio, Chile, Colombia o Cuba pasarán a ser países donde casi ya no llegarán republicanos, estos años; al contrario, algunos de los que habían acogido buscaron otros destinos[43]. Por el contrario, países inicialmente menos receptivos como Argentina o Venezuela ahora empezarán a abrir tímidamente sus fronteras –especialmente a los vascos–, aunque también encontrarán las mismas dificultades de los embarques que ya hemos comentado para México[44]. Los primeros que llegaron a Argentina lo hicieron a bordo del Massilia, el noviembre de 1939 y, aunque inicialmente se dirigían a terceros países, un grupo de ellos –unos 60– fue autorizado a quedarse en el país. Siendo esta cifra poco relevante, cabe decir que fue el mayor contingente recibido antes de 1940[45].
Republicanos españoles en los campos del Gulag |
En cuanto a Inglaterra, desde
1940 había ya una colonia unos 2.000 exiliados, ya que se había ido incrementando desde el estallido de la guerra mundial[49].
LA FRANCIA DE VICHY (JUNIO DE
1940 - NOVIEMBRE DE 1942)
A partir de la caída de París en
manos de los alemanes, en junio de 1940, y del armisticio de Compiègne, las
nuevas autoridades francesas, ya despreocupadas de la guerra, quisieron
desprenderse, ahora por completo, del sobrante de refugiados españoles[50].
Sin embargo, algunos de ellos se
integraron en los ejércitos aliados, trasladándose a Inglaterra y luego
combatiendo a otros territorios como el norte de África, el Mediterráneo, la URSS o,
incluso, Asia.
Asimismo, se abrió un terrible
escenario fuera de Francia: el de la deportación de los republicanos españoles a
la Alemania nazi. Algunos por haber sido hechos prisioneros durante la
ocupación de Francia; otros por ser considerados miembros de la resistencia; y
unos últimos por su especial significación política. La mayoría fueron llevados
a los stalag o campos de prisioneros,
pero cuando Vichy se desentendió de su suerte, fueron a parar a los campos de
concentración o konzentrationslager,
lugares de castigo, extenuación y, finalmente, muerte. Nombres como Dachau,
Buchenwald, Ravensbrück o Mauthausen ya forman parte de la memoria del republicanismo español[51]. En los campos nazis estuvieron internados unos
12.000 españoles, 7.288 de los cuales en Mauthausen[52]. Los años 1940-1942 serán
los más difíciles. La crueldad de las medidas de ese sistema es de sobra
conocida. Hay que decir que otras decenas de miles de españoles fueron
trasladados a Alemania con fines simplemente laborales, a fin de mantener
productiva la economía en tiempos de guerra[53].
Una CTE trabajando en el Transahariano |
En Inglaterra, casi la mitad de
los refugiados republicanos llegarían a mediados de 1940 confundidos entre los
fugitivos que escaparon de la ocupación alemana de Francia. A pesar de que era
conocido que Franco tenía espías en el país, los dirigentes republicanos vascos
y catalanes allí establecidos se reorganizaron y, a mediados de 1940, fundaron ambos
Consejos Nacionales, encabezados por Manuel Irujo y Carles Pi i Sunyer,
respectivamente, ya que en la Francia ocupada era imposible hacerlo. El Consell
Nacional Català recibía el apoyo de las comunidades catalanas de América. Esta
gran actividad política y las personalidades que componían el exilio británico
convirtieron la isla en otro de los centros neurálgicos del republicanismo
español, especialmente entre 1940 y 1943[55].
Por lo que respecta a los países americanos, algunos de los más reticentes a la acogida de refugiados acabaron siendo receptores de los que salían de República Dominicana o de Chile. En Argentina
llegaron, estos años, unos 1.400 refugiados. La mayoría lo hicieron siguiendo
estrategias individuales para entrar en el país, apoyados en muchos casos por
actores de la sociedad argentina favorables a la República española, o bien
entrando clandestinamente, ya que la política de acogida seguía siendo casi
nula[56]. Un caso muy similar es
el de Venezuela, aunque con una llegada de refugiados mucho menor[57].
ÚLTIMA FASE DE LA GUERA MUNDIAL
(NOVIEMBRE DE 1942 - MAYO DE 1945)
En 1942, la tendencia de la
Segunda Guerra Mundial se invirtió por completo. Los británicos habían iniciado
una contraofensiva victoriosa en África y se produjo la ocupación aliada en
Marruecos y Argelia. La caída de Vichy en el norte de África provocó la
clausura de los campos. La mayoría de los refugiados pudo permanecer libremente
en Argelia[58].
Como respuesta desesperada a los
triunfos aliados, los nazis ocuparon, en Francia, la zona de Vichy, por lo que los exiliados que quedaban en libertad volvieron a sufrir el riesgo de ser
deportados a los campos de exterminio en el período 1942-1944. Con todo, en los
campos nazis, las condiciones de vida fueron mejores a partir de 1943, cuando
Alemania se dio cuenta que necesitaba en vida a los prisioneros para mantener
la productividad del sistema concentracionario[59].
Liberación de Mauthausen |
En cuanto al resto de países que habían recibido refugiados hasta ahora, en esta segunda fase de la Segunda Guerra Mundial acogieron muy pocos más, tanto porque preferían asentar los que ya tenían como porque los propios españoles, viendo cómo cambiaba la tendencia de la guerra, empezaban a pensar en un posible regreso a España[61]. A partir de 1944, además, México dejó de ser el centro político del exilio, el cual retornó a París, pero consolidó una colonia de unos 15.000 refugiados republicanos, alrededor de 1945. En cambio, en 1942, de República Dominicana ya se habían marchado dos tercios[62].
El caso de EE.UU. es singular. A
pesar de haber sido uno de los países a los que los exiliados intentaron ir con mayor determinación, su restrictiva política de admisiones forzó a que la
colonia de exiliados fuera minoritaria y selecta. Entre 1940 y 1945 habían
entrado en EE.UU. 2.300 españoles de forma legal, pero no todos era exiliados
políticos. Las Sociedades Españolas Confederadas –80 entidades con unos 60.000
miembros– ejercieron un papel de acogimiento y protección hacia los
republicanos que llegaban al país para quedarse o para reemigrar a otros países
americanos. En los EE.UU. se quedó un exilio marcadamente más intelectual. Las
universidades y centros similares podían reclamar a profesionales concretos y contratarlos
en origen –Severo Ochoa, por ejemplo. Sólo así se podía entrar legalmente en el
país[63].
Por otra parte, en pleno 1942,
una minoría pasó a Suiza. Tres altos dirigentes políticos catalanes, Tarradellas, Gassol y Martín Feced lo hicieron clandestinamente, huyendo de la
orden de extradición de Vichy. En Lausana se mezclaron con otros exiliados
catalanes, como el mecenas Rafael Patxot o eclesiásticos contrarios a Franco,
que estaban allí desde 1936[64].
Por lo que respecta a Inglaterra,
a finales de la guerra se convirtió nuevamente en destino de los refugiados
españoles, ahora procedentes del norte de África y Francia[65].
Cuanto a la URSS, mientras parte
del colectivo refugiado participaba de la vida soviética, los republicanos españoles considerados disidentes continuaron siendo detenidos[66].
GUERRA FRÍA Y SUPERVIVENCIA DEL
FRANQUISMO (1945 - 1954)
Con el final de la Segunda Guerra
Mundial pronto se pudo comprobar que el régimen de Franco no sería derribado
por las potencias ganadoras. Esto provocó que el exilio se replanteara de nuevo
su situación[67]. Así pues, una parte significativa fue volviendo
en España a lo largo de la segunda mitad de los años cuarenta, por lo que ahora
ya sólo quedaban, en el exilio, 200.000 refugiados o menos –en todo el mundo–,
en lugar del casi medio millón inicial.
Otros rehicieron su situación más
allá de Francia, una vez más. Estos nuevos movimientos migratorios recibieron el
impulso, desde 1947, de la OIR –la Organización Internacional de Refugiados–,
una poderosa organización creada para reubicar los numerosos desplazados de la
guerra mundial pero que tomó en consideración también los españoles, hasta el
punto que trasladó a Iberoamérica hasta 9.000 de estos, es decir, que fue la
tercera nacionalidad más atendida. Estos se sumaron a los que se desplazaron
por otros canales[68].
En total, fueron 30.000[69], 38.000[70] o hasta 44.000[71] –según los autores– los refugiados
en América a finales de los cuarenta y principios de los cincuenta. El exilio
en Hispanoamérica fue, pero, más importante por su calificación que por su
cantidad.
El dictador Rafael Leónidas Trujillo (Rep. Dominicana) |
Por lo que respecta a México, los
republicanos españoles sumaban, según las fuentes, 21.750 –en 1948–[76], o no más de 20.000 –alrededor de 1950[77]. En medio de esta notable
dispersión geográfica por América, el presidente de la Generalitat de
Catalunya, Josep Irla, buscó repetidamente, entre los años 1948 y 1952 –promocionando
giras de diversos dirigentes políticos al Nuevo Continente–, recaudar fondos
para la supervivencia de la institución[78].
En estos años llegó un segundo
grupo de refugiados a los EE.UU., compuesto de españoles procedentes de otros
países americanos[79]. Recientemente, algunos estudios
han puesto de relieve cómo en EE.UU. fracasaron las iniciativas de republicanos y socialistas españoles, conjuntamente con la entidad Americans
for Democratic Action, para convencer al gobierno estadounidense de que
debía intervenir para derribar Franco[80], mientras que otros sugieren procesos posteriores
de captación e influencia ideológica de la CIA hacia el colectivo español[81].
Campaña de la FEDIP contra la represión de los republicanos en la URSS |
Otra consecuencia de la división
del mundo en bloques fue la persecución de algunos colectivos de refugiados
españoles que se encontraban repartidos por los países occidentales
–especialmente EE.UU. y Francia– y que fueron acusados de agentes
prosoviéticos. Operaciones de limpieza política como la Caza de Brujas norteamericana
o la francesa Bolero-Paprika conllevaron un nuevo motivo para la diáspora de
estos colectivos entre 1948 y 1950. En Francia, de un listado de 404 refugiados
españoles, 177 fueron expulsados. Unos a Argelia, otros a Córcega y, el resto,
a diferentes países del este europeo. Es así como muchos dirigentes y
militantes comunistas, antiguos guerrilleros o miembros del maquis fueron
acogidos en la URSS o en países de la órbita soviética[83]. Aún años después de la
deportación a Córcega, algunos republicanos fueron recogidos por un barco
polaco para ser repartidos por Europa del Este. De este modo, podemos hablar de
una nueva etapa del exilio en países como Checoslovaquia, Hungría, Rumanía,
Polonia, la RDA, etc. La mayoría de estos países, desde 1946, había reconocido la
República española y no el gobierno de Franco[84]. Aunque en 1945 la
colonia española de Checoslovaquia era muy escasa, en 1954 era ya de 191
españoles, bajo los auspicios y control del PCE. En algunos casos estos refugiados
fueron tomando conciencia de la realidad de los países del bloque comunista y,
desencantados, se fueron marchando a terceros destinos: Suecia, Noruega,
Marruecos, etc. En otros casos vivieron en perfecta harmonía con la propuesta
planificada y estatista de corte soviético. Son, en este sentido, relevantes
las casi contradictorias vivencias en Checoslovaquia de personas de perfiles inicialmente
tan parecidos como Juan Blázquez y Josep Bonifaci: médicos, inicialmente comunistas
convencidos y afectados, ambos, por la operación Bolero-Paprika[85]. El este de Europa pone de
manifiesto que la investigación va cubriendo progresivamente los diferentes y
múltiples escenarios de la diáspora republicana. Sin embargo, países
susceptibles de haber sido el destino de los refugiados españoles a partir de
1945, como Italia, siguen incomprensiblemente ignorados.
Un cartel de la propaganda fascista española con un mensaje pensado para el contexto crecientemente maniqueo de la Guerra Fría (AHDB) |
En cuanto a los que no regresaron,
murieron en el exilio o se asentaron en los países de acogida. Algunos habían
puesto en marcha negocios que funcionaban, empezaron a ocupar puestos de
responsabilidad en empresas o en la administración pública; a la vez, fueron
viendo como sus hijos estudiaban, incluso carreras universitarias, y se
convertían en ciudadanos plenos de otros países que no eran el de origen. Poco
a poco, pues, la condición de exiliado se disolvió en la más general de
emigrado. Es más, el viejo exilio político atrajo otro tipo de emigración,
política y económica a la vez, propia de la posguerra española, hacia los
lugares donde se había asentado. El exilio netamente político quedaba reservado
a una minoría que tenía puesta la mirada en el día que muriera Franco.
Únicamente el exilio no se acabó integrando en los países donde fue perseguido, como es el caso de República Dominicana o
el de la URSS. Con la muerte de Stalin y el viraje político de Breznev, sin
embargo, los españoles pudieron salir del Gulag y, al final, también del país[86].
LA LENTA DESAPARICIÓN DEL EXILIO
(1954 - 1976)
Mesa de testimonios en un acto de rememoración del exilio y la represión franquista (Sant Feliu de Guíxols, 2002) |
Por lo que respecta a los republicanos
en África, los que se habían asentado en Argelia se marcharon masivamente con
los movimientos de independencia de 1954-1962. En 1976 aún quedaba un exilio de
unas 2.000 personas repartido por todo el continente africano[87].
El franquismo inició su última
crisis en 1969, descomponiéndose progresivamente. Francisco Franco murió el 20 de noviembre de 1975, dos meses después de las últimas ejecuciones perpetradas
por el régimen. La muerte de Franco fue el estímulo que faltaba para iniciar el
proceso de cambios políticos. En julio de 1976 –nombramiento de Suárez–
comenzaba la Transición a la democracia. Objetivamente, se acababan las razones
de la existencia del exilio, aunque el paso del tiempo había ya cristalizado
esta situación en muchos de los que se marcharon en 1939.
CONCLUSIONES
Para terminar, quiero recuperar
una vieja frase de Javier Rubio (1977), que ilustra el pósito dejado por la diáspora de
los republicanos españoles. Para el autor, nada sospechoso de connivencia
acrítica con los republicanos, la emigración política del fin de la Guerra
Civil "desde un punto de vista cultural ha representado una aportación de
extraordinaria valía para nuestras repúblicas hermanas, pues en esa treintena
de miles de españoles se hallaban casi todas las mejores cabezas que perdía nuestra
patria con la Guerra Civil"[88].
Más allá del impacto en las sociedades receptoras, cabe destacar que en los últimos cinco años, entre el setenta y
el setenta y cinco aniversario del gran éxodo republicano, han empezado a
aparecer raros e interesantes estudios comparativos entre los exilios de
Francia y México (C. Dávila, 2010), por un lado, y de México y Argentina (A.
Pagni, 2011), por otro. Además, disponemos también de un grupo de trabajos
sobre los países receptores coordinado por Abdón Mateos (2009) y otro sobre el
exilio en América en su conjunto (E. Mächler, 2011). Estos trabajos
–comparativos, macroregionales– sólo son posibles hoy, cuando existe ya un
corpus de estudios previos. Por otra parte, si bien determinados países
receptores como Francia, la URSS, México, Chile, Argentina o Uruguay ya habían
sido estudiados, ahora reciben valiosas aportaciones de detalle. Además, se ha
resuelto la situación de semipenumbra en que quedaba el norte de África, Cuba, EE.UU.
o Canadá, es decir, regiones o estados que no fueron receptores en primera
instancia, el estudio de los cuales no había recibido la atención del boom de la investigación de los años
noventa.
Sin embargo, aún se aborda el exilio desde una perspectiva poco social
–exceptuando el caso de México. La perspectiva de la sociabilidad es una vieja
demanda todavía insatisfecha –véase lo que decía, ya, Albert Manent, en 2003[89]. Se
echan de menos trabajos que aporten miradas nuevas sobre las condiciones
socioeconómicas en los países de llegada, las oportunidades laborales o las
redes de relaciones de los propios refugiados.
No obstante, cabe felicitarnos por el hecho de que en determinados círculos
de las sociedades receptoras haya un renacido interés por el exilio
republicano, más que los años precedentes. Esto contrasta con la falta de
interés que, en algunos países, despertaba el exilio la década anterior.
Parece, pues, existir una propuesta para integrar la experiencia del exilio al
discurso historiográfico propio[90].
Hecha esta conclusión, sólo espero
que la conferencia haya sido de su agrado. Muy cordialmente.
Esta conferencia, durante los actos de Chemins de la Retirada (Argelers, 21-02-2015) [Fotografía de Pilar Francès] |
[1] Vicente, Josep, en Àncora, 2683, [Sant Feliu de Guíxols],
2000.
[2] Gaitx Moltó, Jordi.
“República i revolució. Orígens socials i polítics de l’exili català de 1939” , en Pujol, Enric (coord.). L’exili català
de 1936-1939. Noves aportacions. Cercle d’Estudis Històrics i
Socials: Girona, 2006, pàg. 21-39.
[3] Font Agulló, Jordi; Gaitx
Moltó, Jordi. “L’exili de 1939. Un estat de la qüestió entre dues
commemoracions (2009-2014)”, en Franquisme i Transició. Revista d’història i de cultura, 2, 2015 [en premsa].
[4] Vilar, Juan B. “El exilio español en el norte de
África, 1936-1962”, en Durán Alcalá,
Francisco; Ruiz Barrientos,
Carmen. La España perdida. Los exiliados
de la II República. Córdoba: Diputación Provincial de Córdoba, Patronato
Municipal Niceto Alcalá-Zamora y Torres, Universidad de Córdoba, 2010, p.
176-185.
[5] Vilar, Juan B. “El exilio español en el norte de
África, 1936-1962”, en Durán Alcalá,
Francisco; Ruiz Barrientos,
Carmen. La España perdida. Los exiliados
de la II República. Córdoba: Diputación Provincial de Córdoba, Patronato
Municipal Niceto Alcalá-Zamora y Torres, Universidad de Córdoba, 2010, p.
184-188.
[6] Villarroya i
Font, Joan. 1939. Derrota i exili.
Barcelona: Generalitat de Catalunya, Departament de Cultura, 2000, p. 33-34.
[7] Vilar, Juan B. “El exilio español en el norte de
África, 1936-1962”, en Durán Alcalá,
Francisco; Ruiz Barrientos,
Carmen. La España perdida. Los exiliados
de la II República. Córdoba: Diputación Provincial de Córdoba, Patronato
Municipal Niceto Alcalá-Zamora y Torres, Universidad de Córdoba, 2010, p. 172.
[8] Martín Casas, Julio; Carvajal Urquijo, Pedro. El
exilio español (1936-1978). Barcelona: Planeta, Círculo de Lectores,
2002, p. 99-100.
[9] Udina, Ernest. Josep Tarradellas, l’aventura d’una
fidelitat. Barcelona: Ed. 62, 1978, p. 217; Calvet,
Felip; Roig rosich, Josep
M. Josep Irla. President de la Generalitat de Catalunya a l’exili.
Barcelona: Teide, 1981, p. 194; Cabré
i Lloret, Salvador. “La Generalitat de Catalunya durant el primer exili
(febrer 1939 – juny 1940)”, en Arxius.
Butlletí del Servei d’Arxius, 29, 2001, p. 2.
[10] Rubio, Javier. La
emigración de la guerra civil de 1936-1939. Historia del éxodo que se
produce con el fin de la II República española, Madrid, Librería Editorial
San Martín, 3 vols., 1977, p. 157-158, 181, 194-195.
[11] Martín Casas, Julio; Carvajal Urquijo, Pedro. El
exilio español (1936-1978). Barcelona: Planeta, Círculo de Lectores,
2002, p. 99-100.
[12] Martín Casas, Julio; Carvajal Urquijo, Pedro. El
exilio español (1936-1978). Barcelona: Planeta, Círculo de Lectores,
2002, p. 101.
[13] Villarroya i
Font, Joan. 1939. Derrota i exili.
Barcelona: Generalitat de Catalunya, Departament de Cultura, 2000, p.
41-47.
[14] Tuñón de Lara, Manuel. “Los españoles en la II Guerra Mundial y su
participación en la resistencia francesa”, en Abellán,
José Luis. El exilio español de 1939, II,
Guerra y Política. Madrid: Taurus, 1976, p. 16.
[15] Pons Prades, Eduardo. Las guerras de los niños republicanos
(1936-1995). Madrid: La Compañía Liberaria, 1997, p. 369-371.
[16] Rubio, Javier. La
emigración de la guerra civil de 1936-1939. Historia del éxodo que se
produce con el fin de la II República española, Madrid, Librería Editorial
San Martín, 3 vols., 1977, p. 199-202.
[17] Arasa, Daniel. 1995, Exiliados y enfrentados: los
españoles en Inglaterra de 1936
a 1945. Barcelona:
Ediciones De la Tempestad/Puntos, 1995, p. 11-12; Vilanova, Francesc. “L’exili i l’oblit”,
en Riquer, Borja de (dir.). Història,
política, societat i cultura dels Països Catalans, vol.
10. Barcelona: Gran Enciclopèdia
Catalana, 1997, p. 90-92; Villarroya i Font,
Joan. 1939. Derrota i exili. Barcelona: Generalitat de Catalunya,
Departament de Cultura, 2000, p. 41-49; Martín Casas, Julio; Carvajal Urquijo,
Pedro. El exilio español
(1936-1978). Barcelona: Planeta, Círculo de Lectores,
2002, p. 165-172.
[18] Pons Prades, Eduardo. Las guerras de los niños republicanos
(1936-1995). Madrid: La Compañía Liberaria, 1997, p. 317-318; Villarroya i Font, Joan. 1939.
Derrota i exili. Barcelona: Generalitat de Catalunya, Departament de
Cultura, 2000, p. 41-49.
[19] Pons Prades, Eduardo. Las guerras de los niños republicanos
(1936-1995). Madrid: La Compañía Liberaria, 1997, p. 349-353.
[20] Pla Brugat, Dolores. “El exilio republicano en Hispanoamérica.
Su historia e historiografía”, en Historia Social, 42, [València: UNED],
2002, p. 102.
[21] Marquès, Salomó. “El
manteniment d’un somni de progrés. El magisteri i la universitat a l’exili”, en
Font Agulló, Jordi (dir.). Reflexionant l’exili. Aproximació a
l’experiència de l’exili republicà entre la història, l’art i el testimoniatge.
Catarroja; Barcelona: Afers, 2010.
[22] Font Agulló, Jordi; Gaitx
Moltó, Jordi. “L’exili de 1939. Un estat de la qüestió entre dues
commemoracions (2009-2014)”, en Franquisme i Transició. Revista d’història i de cultura, 2, 2015 [en premsa].
[23] Rubio, Javier. La
emigración de la guerra civil de 1936-1939. Historia del éxodo que se
produce con el fin de la II República española, Madrid, Librería Editorial
San Martín, 3 vols., 1977, p. 172-176.
[24] Pla Brugat, Dolores. “El exilio republicano en Hispanoamérica.
Su historia e historiografía”, en Historia Social, 42, [València: UNED],
2002, p. 102.
[25] Rubio, Javier. La
emigración de la guerra civil de 1936-1939. Historia del éxodo que se
produce con el fin de la II República española, Madrid, Librería Editorial
San Martín, 3 vols., 1977, p. 182-188.
[26] Rubio, Javier. La
emigración de la guerra civil de 1936-1939. Historia del éxodo que se
produce con el fin de la II República española, Madrid, Librería Editorial
San Martín, 3 vols., 1977, p. 157-158, 181, 197-198.
[27] RUBIO, Javier. La emigración de la guerra civil de 1936-1939. Historia
del éxodo que se produce con el fin de la II República española, Madrid,
Librería Editorial San Martín, 3 vols., 1977, p. 157-158, 181, 197-199.
[28] Domingo Cuadriello,
Jorge. El exilio republicano español en
Cuba. Madrid: Editorial Siglo XXI, 2009, p.
33-45.
[29] Rubio, Javier. La
emigración de la guerra civil de 1936-1939. Historia del éxodo que se
produce con el fin de la II República española, Madrid, Librería Editorial
San Martín, 3 vols., 1977, p. 188-194.
[30] Gaitx Moltó, Jordi. L’exili
del Baix Empordà al 1939. La Bisbal d’Empordà: Ajuntament de la Bisbal
d’Empordà, 2007, p. 131-140.
[31] Rubio, Javier. La
emigración de la guerra civil de 1936-1939. Historia del éxodo que se
produce con el fin de la II República española, Madrid, Librería Editorial
San Martín, 3 vols., 1977, p. 197.
[32] Pla Brugat, Dolores. “El exilio republicano en Hispanoamérica.
Su historia e historiografía”, en Historia Social, 42, [València: UNED],
2002, p. 104.
[33] Guixé, Jordi. “Fons
per a l’estudi de l’exili”, dins Pujol,
Enric (coord.). L'Exili català del 1936-39: un balanç. Quaderns del
Cercle, 19. Girona: Cercle d'Estudis Històrics i Socials, 2003, p. 39-56.
[34] Vilar, Juan B. “El exilio español en el norte de
África, 1936-1962”, en Durán Alcalá,
Francisco; Ruiz Barrientos,
Carmen. La España perdida. Los exiliados
de la II República. Córdoba: Diputación Provincial de Córdoba, Patronato
Municipal Niceto Alcalá-Zamora y Torres, Universidad de Córdoba, 2010, p. 172,
191, 196-198.
[35] Vilar, Juan B. “El exilio español en el norte de
África, 1936-1962”, en Durán Alcalá,
Francisco; Ruiz Barrientos,
Carmen. La España perdida. Los exiliados
de la II República. Córdoba: Diputación Provincial de Córdoba, Patronato
Municipal Niceto Alcalá-Zamora y Torres, Universidad de Córdoba, 2010, p. 175,
189.
[36] Rubio, Javier. La
emigración de la guerra civil de 1936-1939. Historia del éxodo que se
produce con el fin de la II República española, Madrid, Librería Editorial
San Martín, 3 vols., 1977, p. 206.
[37] Rubio, Javier. La
emigración de la guerra civil de 1936-1939. Historia del éxodo que se
produce con el fin de la II República española, Madrid, Librería Editorial
San Martín, 3 vols., 1977, p. 448-459.
[38] Díaz Esculies, Daniel. Entre filferrades. Un
aspecte de l’emigració republicana dels Països Catalans (1939-1945). Barcelona:
La Magrana, 1993, p. 71-74.
[39] Gaitx Moltó, Jordi. L’exili
del Baix Empordà al 1939. La Bisbal d’Empordà: Ajuntament de la Bisbal
d’Empordà, 2007, p. 148-164.
[40] Rubio, Javier. La
emigración de la guerra civil de 1936-1939. Historia del éxodo que se
produce con el fin de la II República española, Madrid, Librería Editorial
San Martín, 3 vols., 1977, p. 188-194, 465; Martín Casas, Julio; Carvajal Urquijo,
Pedro. El exilio español
(1936-1978). Barcelona: Planeta, Círculo de Lectores,
2002, p. 90-91.
[41] Pla Brugat, Dolores. “El exilio republicano en Hispanoamérica.
Su historia e historiografía”, en Historia Social, 42, [València: UNED],
2002, p. 102-103.
[42] Gaitx Moltó, Jordi. L’exili
del Baix Empordà al 1939. La Bisbal d’Empordà: Ajuntament de la Bisbal
d’Empordà, 2007, p. 303-309.
[43] Rubio, Javier. La
emigración de la guerra civil de 1936-1939. Historia del éxodo que se
produce con el fin de la II República española, Madrid, Librería Editorial
San Martín, 3 vols., 1977, p. 465.
[44] Rubio, Javier. La
emigración de la guerra civil de 1936-1939. Historia del éxodo que se
produce con el fin de la II República española, Madrid, Librería Editorial
San Martín, 3 vols., 1977, p. 157-158, 181, 195-197, 465-469; Martín Casas, Julio; Carvajal Urquijo,
Pedro. El exilio español
(1936-1978). Barcelona: Planeta, Círculo de Lectores,
2002, p. 90-94.
[45] Schwarzstein, Dora. “La llegada de los republicanos españoles a la
Argentina”, en Estudios Migratorios Latinoamericanos, 37, [Buenos Aires: CEMLA], 1997, p. 423-447.
[46] Villarroya i
Font, Joan. 1939. Derrota i exili.
Barcelona: Generalitat de Catalunya, Departament de Cultura, 2000, p. 41-47,
64; Rodés, Jesús M. “Presentación”, en Republicanos españoles en el
Gulag (1939-1956). Madrid: Editorial Generic, 2009, p. 7-10; Iordache, Luiza. Republicanos españoles en el Gulag (1939-1956).
Madrid: Editorial Generic, 2009, p. 11-15, 82-85.
[47] Pons Prades, Eduardo. Las guerras de los niños republicanos
(1936-1995). Madrid: La Compañía Liberaria, 1997, p. 369-371.
[48] Font Agulló, Jordi; Gaitx
Moltó, Jordi. “L’exili de 1939. Un estat de la qüestió entre dues
commemoracions (2009-2014)”, en Franquisme i Transició. Revista d’història i de cultura, 2, 2015 [en premsa].
[49] Arasa, Daniel. 1995, Exiliados y enfrentados: los
españoles en Inglaterra de 1936
a 1945. Barcelona:
Ediciones De la Tempestad/Puntos, 1995, p. 11.
[50] Rubio, Javier. La
emigración de la guerra civil de 1936-1939. Historia del éxodo que se
produce con el fin de la II República española, Madrid, Librería Editorial
San Martín, 3 vols., 1977, p. 448-459.
[51] Rubio, Javier. La emigración
de la guerra civil de 1936-1939. Historia del éxodo que se produce con
el fin de la II República española, Madrid, Librería Editorial San Martín,
3 vols., 1977, p. 401-407.
[53] Rubio, Javier. La
emigración de la guerra civil de 1936-1939. Historia del éxodo que se
produce con el fin de la II República española, Madrid, Librería Editorial
San Martín, 3 vols., 1977, p. 401-407.
[54] Vilar, Juan B. “El exilio español en el norte de
África, 1936-1962”, en Durán Alcalá,
Francisco; Ruiz Barrientos,
Carmen. La España perdida. Los exiliados
de la II República. Córdoba: Diputación Provincial de Córdoba, Patronato
Municipal Niceto Alcalá-Zamora y Torres, Universidad de Córdoba, 2010, p. 189.
[55] Arasa, Daniel. 1995, Exiliados y enfrentados: los
españoles en Inglaterra de 1936
a 1945. Barcelona:
Ediciones De la Tempestad/Puntos, 1995, p. 12-13; Martín Casas, Julio; Carvajal Urquijo,
Pedro. El exilio español
(1936-1978). Barcelona: Planeta, Círculo de Lectores,
2002, p. 165-172; Vilanova, Francesc.
“L’exili i l’oblit”, en Riquer,
Borja de (dir.). Història, política, societat i cultura dels Països
Catalans, vol. 10. Barcelona: Gran Enciclopèdia Catalana, 1997, p. 90-92
[56] Schwarzstein, Dora. “La llegada de los republicanos españoles a la
Argentina”, en Estudios Migratorios Latinoamericanos, 37, [Buenos Aires: CEMLA], 1997, p. 423-447; Roffo, Analía. “Entrevista a Dora Schwarzstein”, en Clarín, 1-7-2001.
[57] Rubio, Javier. La
emigración de la guerra civil de 1936-1939. Historia del éxodo que se
produce con el fin de la II República española, Madrid, Librería Editorial
San Martín, 3 vols., 1977, p. 157-158, 181, 195-197, 465-469; Martín Casas, Julio; Carvajal Urquijo,
Pedro. El exilio español
(1936-1978). Barcelona: Planeta, Círculo de Lectores,
2002, p. 90-94.
[58] Vilar, Juan B. “El exilio español en el norte de
África, 1936-1962”, en Durán Alcalá,
Francisco; Ruiz Barrientos,
Carmen. La España perdida. Los exiliados
de la II República. Córdoba: Diputación Provincial de Córdoba, Patronato
Municipal Niceto Alcalá-Zamora y Torres, Universidad de Córdoba, 2010, p.
191-194.
[59] Rubio, Javier. La
emigración de la guerra civil de 1936-1939. Historia del éxodo que se
produce con el fin de la II República española, Madrid, Librería Editorial
San Martín, 3 vols., 1977, p. 401-407.
[60] Roig, Montserrat. Els
catalans als camps nazis.
Barcelona: Ed. 62, 1977, p. 252-548.
[61] Rubio, Javier. La
emigración de la guerra civil de 1936-1939. Historia del éxodo que se
produce con el fin de la II República española, Madrid, Librería Editorial
San Martín, 3 vols., 1977, p. 460-464.
[62] Rubio, Javier. La
emigración de la guerra civil de 1936-1939. Historia del éxodo que se
produce con el fin de la II República española, Madrid, Librería Editorial
San Martín, 3 vols., 1977, p. 158-165, 188-194.
[63] Rueda, Germán. “El exilio republicano español en
EE.UU. y la colonia de emigrantes identificada con los exiliados”, en Durán Alcalá, Francisco; Ruiz Barrientos, Carmen. La España perdida. Los exiliados de la II
República. Córdoba: Diputación Provincial de Córdoba, Patronato Municipal
Niceto Alcalá-Zamora y Torres, Universidad de Córdoba, 2010, p. 237-239, 259; Ruíz del Árbol,
Antares. “Guillermina Medrano, Rafael Supervía y Americans for Democratic Action. La campaña contra Franco desde el
exilio estadounidense”, en Migraciones y
Exilios 13, 2012, p. 81-83, 85-87, 91-106.
[64] Muntanyola, Ramon. Vidal
i Barraquer. Cardenal de la Pau. Barcelona: Publicacions de l’Abadia de
Montserrat, 1976, p. 595, 600; Fort i Cogul, Eufemià. Ventura
Gassol: un home de cor al servei de Catalunya. Barcelona: Edhasa, 1979, p.
287-292, 300; Giró, Jordi. Dos
homes de pau en temps de guerra. Epistolari Carles Cardó, Ramon Sugranyes
(1936-1942). Barcelona: Claret, 2001, p. 8, 21-22, 199; Gaitx Moltó, Jordi. “Carles Cardó i els
polítics republicans a l’exili (1939-1954)”, en Plans
i Campderrós, Lourdes (dir.). Església, societat i poder a les terres
de parla catalana. Actes del IV Congrés de la CCEPC (Vic, 20 i 21 de febrer de
2004). Valls: Cossetània Edicions, 2004, pàg. 291-307.
[65] Arasa, Daniel. 1995, Exiliados y enfrentados: los
españoles en Inglaterra de 1936
a 1945. Barcelona:
Ediciones De la Tempestad/Puntos, 1995, p. 13.
[66] Iordache, Luiza. Republicanos españoles en el Gulag (1939-1956).
Madrid: Editorial Generic, 2009, p. 11-15, 82-85.
[67] Ruíz del Árbol, Antares.
“Guillermina Medrano, Rafael Supervía y Americans
for Democratic Action. La campaña contra Franco desde el exilio
estadounidense”, en Migraciones y Exilios
13, 2012, p. 90.
[68] Rubio, Javier. La
emigración de la guerra civil de 1936-1939. Historia del éxodo que se
produce con el fin de la II República española, Madrid, Librería Editorial
San Martín, 3 vols., 1977, p. 741-745.
[69] Rubio, Javier. La emigración
de la guerra civil de 1936-1939. Historia del éxodo que se produce con
el fin de la II República española, Madrid, Librería Editorial San Martín,
3 vols., 1977, p. 741-745.
[70] Pla Brugat, Dolores. “El exilio republicano en Hispanoamérica.
Su historia e historiografía”, en Historia Social, 42, [València: UNED],
2002, p. 106.
[71] Vilar, Juan Bautista. La España del exilio. Las emigraciones políticas españolas en los
siglos XIX y XX. Madrid: Síntesis, 2006.
[72] Ruíz del Árbol, Antares.
“Guillermina Medrano, Rafael Supervía y Americans
for Democratic Action. La campaña contra Franco desde el exilio
estadounidense”, en Migraciones y Exilios
13, 2012, p. 85.
[73] Rubio, Javier. La
emigración de la guerra civil de 1936-1939. Historia del éxodo que se
produce con el fin de la II República española, Madrid, Librería Editorial
San Martín, 3 vols., 1977, p. 744.
[74] Roffo, Analía. “Entrevista a Dora Schwarzstein”, en Clarín, 1-7-2001.
[75] Villarroya i
Font, Joan. 1939. Derrota i exili.
Barcelona: Generalitat de Catalunya, Departament de Cultura, 2000, p.
44-47.
[76] Villarroya i Font, Joan. 1939. Derrota i exili. Barcelona:
Generalitat de Catalunya, Departament de Cultura, 2000, p. 44-47.
[77] Pla Brugat, Dolores. “El exilio republicano en Hispanoamérica.
Su historia e historiografía”, en Historia Social, 42, [València: UNED],
2002, p. 106.
[78] Gaitx Moltó, Jordi. Josep
Irla i Bosch. Memòries d’un president a l’exili. Barcelona: Viena, 2010, p.
54-56, 146-151, 167-179.
[79] Rueda, Germán. “El exilio republicano español en
EE.UU. y la colonia de emigrantes identificada con los exiliados”, en Durán Alcalá, Francisco; Ruiz Barrientos, Carmen. La España perdida. Los exiliados de la II
República. Córdoba: Diputación Provincial de Córdoba, Patronato Municipal
Niceto Alcalá-Zamora y Torres, Universidad de Córdoba, 2010, p. 244.
[80] Ruíz del Árbol, Antares.
“Guillermina Medrano, Rafael Supervía y Americans
for Democratic Action. La campaña contra Franco desde el exilio
estadounidense”, en Migraciones y Exilios
13, 2012, p. 81-83, 85-87, 91-106.
[81] Glondys, Olga. La Guerra Fría cultural y el exilio republicano
español: Cuadernos del Congreso por la Libertad de la Cultura (1953-1965). Madrid:
Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2012.
[82] Villarroya i
Font, Joan. 1939. Derrota i exili.
Barcelona: Generalitat de Catalunya, Departament de Cultura, 2000, p.
41-47; Rodés, Jesús M. “Presentación”, en Republicanos españoles en el
Gulag (1939-1956). Madrid: Editorial Generic, 2009, p. 7-10; Iordache, Luiza. Republicanos españoles en el Gulag (1939-1956).
Madrid: Editorial Generic, 2009, p. 11-15, 82-85.
[83] Guixé i
Corominas, Jordi. L'Europa de Franco:
l'esquerra antifranquista i la "caça de bruixes" a l'inici de
la guerra freda. França 1943-1951. Barcelona: Publicacions de
l'Abadia de Montserrat, 2002, p. 155-191.
[84] Eiroa San Francisco, Matilde. “Las incidencias del siglo XX y sus efectos
en las relaciones hispano-checoslovacas”, en El hispanismo en la República Checa, vol. II. Praga / Madrid: Univerzita Karlova; Ministerio de Asuntos Exteriores de España, 2001; Prats, Francesc; Armengol,
Josep; Canal, Ramon. Josep Bonifaci Mora. Entre Llimiana i les
dues Europes del segle XX. Vida i exili d’un metge pallarès. Tremp:
Garsineu edicions, 2009, p. 30-31.
[85] Eiroa San Francisco, Matilde. “Las incidencias del siglo XX y sus efectos en las relaciones hispano-checoslovacas”, en El
hispanismo en la República Checa, vol. II. Praga / Madrid: Univerzita Karlova; Ministerio de Asuntos Exteriores de España, 2001;
Prats, Francesc; Armengol,
Josep; Canal, Ramon. Josep Bonifaci Mora. Entre Llimiana i les
dues Europes del segle XX. Vida i exili d’un metge pallarès. Tremp:
Garsineu edicions, 2009, p. 31-34; Riera
Socasau, Joan Carles. Juan
Blázquez "General Cesar" y Lola Clavero. Resistencia y exilio desde
el Arán. Lleida: Milenio, 2013, p. 89-127.
[86] Iordache, Luiza. Republicanos españoles en el Gulag (1939-1956).
Madrid: Editorial Generic, 2009, p. 11-15.
[87] Vilar, Juan B. “El exilio español en el norte de
África, 1936-1962”, en Durán Alcalá,
Francisco; Ruiz Barrientos,
Carmen. La España perdida. Los exiliados
de la II República. Córdoba: Diputación Provincial de Córdoba, Patronato
Municipal Niceto Alcalá-Zamora y Torres, Universidad de Córdoba, 2010, p.
172-173, 189.
[88] RUBIO, Javier. La emigración de la guerra civil de 1936-1939. Historia
del éxodo que se produce con el fin de la II República española, Madrid,
Librería Editorial San Martín, 3 vols., 1977, p. 741-745.
[89] Pujol, Enric. “Albert Manent o la recuperació de la memòria
de l’exili”, en Pujol, Enric
(coord.). L'Exili català del 1936-39: un balanç. Quaderns del Cercle,
19. Girona: Cercle d'Estudis Històrics i Socials, 2003.
[90] Font Agulló, Jordi; Gaitx
Moltó, Jordi. “L’exili de 1939. Un estat de la qüestió entre dues
commemoracions (2009-2014)”, en Franquisme i Transició. Revista d’història i de cultura, 2, 2015 [en premsa].
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